lunes, 20 de febrero de 2012

Comercio Chino


Una de las preocupaciones mayormente referidas por los españoles es la competencia desleal de los productos y comercio chinos (aunque por chinos, en realidad se refieran a cualquier país de las denominadas nuevas economías), debido a que los costes laborales en estos países no pueden compararse con cualquier país desarrollado, por la desregulación de horarios y condiciones de semiesclavitud que soportan los trabajadores en aquellos países.

Aunque para ser sinceros, hasta ahora a nadie le había importado, que niños de 6 años trabajaran 14 horas diarias fabricando nuestras zapatillas deportivas favoritas. Ha sido cuando la cadena de producción externalizada y deslocalizada de las grandes marcas ha tomado vida propia, duplicando las producciones y sacando un mismo producto en el Corte Inglés y en el Top Manta a un quinto de su precio. Solo entonces las grandes marcas se han puesto nerviosas, presionando, para que esta preocupación de la calle se haga eco en los medios.

La solución que muchos aportan, es la creación de aranceles que pongan en igualdad de costes sus productos con los nuestros, o aplicar a sus productos nuestros controles de calidad, para que lleguen a nuestro mercado en igualdad de condiciones.

En la distribución esta nueva consciencia se manifiesta en la aparición en muchos comercios, sobre todo grandes superficies, de espacios reservados al “made in spain”

La concepción de que comprar productos baratos sale caro, y de que china es la mayor fábrica de paro del resto del mundo, ha adquirido notoriedad entre las preocupaciones de la calle.

Incluso empiezan a soportar esa idea generalizada de defensa del producto autóctono, las opiniones vertidas en muchos medios que como LA COPE o EL MUNDO representan la corriente más liberal del pensamiento económico.

Sin embargo esta idea de defensa del producto nacional, tiene su excepción. LA ENERGÍA.

Según estos medios, siempre será mejor importar petróleo, gas natural y uranio en el exterior para producir energía barata, que invertir en costosísimas energías renovables en el interior. A pesar de que en ello, como con la compra de productos chinos, nos dejemos un buen puñado de puestos de trabajo y mantengamos como destacadísimo primer concepto de salida de capitales, las importaciones energéticas en nuestra deficitaria balanza comercial.

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